Deudor de buena fe: qué es, requisitos y cómo influye en la Ley de Segunda Oportunidad 

deudor de buena fe lso

Cuando las deudas se acumulan y la situación económica se vuelve insostenible, muchas personas buscan alternativas legales para recuperar estabilidad. En ese contexto, la Ley de Segunda Oportunidad (LSO) surge como una vía real para quienes ya no pueden asumir sus obligaciones. 

Dentro de este proceso, la figura del deudor de buena fe es determinante. No se trata de una cuestión moral, sino de un requisito legal clave para que un juez conceda la exoneración del pasivo insatisfecho, es decir, la cancelación definitiva de las deudas que no pueden pagarse. 

Desde Bravo te explicamos en qué consiste este concepto, cuáles son los requisitos que establece la ley y por qué resulta tan decisivo para acceder a una verdadera segunda oportunidad. 

 

Qué significa ser deudor de buena fe

En términos jurídicos, ser deudor de buena fe implica haber actuado de forma honesta, transparente y responsable antes y durante el proceso concursal. Esto se valora por comportamientos concretos: colaborar con los acreedores y con el juzgado, no ocultar patrimonio, no simular insolvencia y no haber cometido fraude para endeudarse. 

La legislación asociada a la Ley de la Segunda Oportunidad exige que el deudor haya sido diligente y sincero en todo momento. Esto quiere decir que no basta con sentirse una persona honesta, sino que debe demostrarse documentalmente que no ha existido ánimo de engaño o abuso del sistema. 

En resumen, la ley considera indispensables estos requisitos para optar a un mecanismo pensado para quienes realmente lo necesitan. 

 

Qué es ser deudor de buena fe en la Ley de Segunda Oportunidad 

Para acogerse a la LSO no basta con estar en una situación económica límite: es necesario cumplir el requisito legal de ser deudor de buena fe. Este mecanismo está diseñado para ofrecer una salida real a quienes no pueden pagar sus deudas, pero únicamente si han actuado con responsabilidad y transparencia tanto al contraerlas como durante el proceso concursal

La ley distingue dos dimensiones que ayudan a valorar esta correcta actuación: 

  • Buena fe económica: Hace referencia al origen de las deudas. Evalúa si la insolvencia proviene de circunstancias inevitables -como desempleo, enfermedad, divorcio o caída brusca de ingresos- y no de decisiones temerarias o fraudulentas. 

  • Buena fe procesal: Analiza la conducta del deudor dentro del procedimiento: entrega completa de documentación, colaboración con el administrador concursal, veracidad de la información y disposición para negociar con los acreedores. 

Solo cuando ambas condiciones se cumplen, el juez puede conceder la Exoneración del Pasivo Insatisfecho (EPI), el beneficio que permite cancelar de manera definitiva las deudas. 

 

deudor de buena fe que es

 

Requisitos para ser considerado deudor de buena fe 

Para lograr esta situación se debe cumplir una serie de requisitos establecidos en la Ley Concursal y reforzados tras la reforma de 2022. Estas condiciones permiten evaluar si el deudor ha actuado correctamente o si existe mala fe, ocultación o fraude. 

 

No tener antecedentes penales por delitos socioeconómicos 

La ley exige que la persona no haya sido condenada en los últimos diez años por delitos relacionados con el patrimonio, el orden socioeconómico, la falsedad documental, Hacienda, Seguridad Social o derechos de los trabajadores.

Estas condenas suelen estar vinculadas a conductas económicas fraudulentas, por lo que la ley las considera incompatibles con la buena fe. 

 

Haber actuado sin ocultar bienes o ingresos 

Ocultar bienes, ingresos en efectivo o realizar movimientos para simular insolvencia se considera mala fe. El deudor debe presentar una imagen patrimonial completa y veraz. La transparencia es un requisito esencial y muy valorado por el juez. 

 

No haber rechazado ofertas de empleo adecuadas 

El deudor debe demostrar que ha puesto de su parte para mejorar su situación económica. La ley considera una señal de buena fe haber aceptado ofertas de empleo compatibles con el perfil profesional, especialmente en los cuatro años anteriores a la declaración de insolvencia.

Rechazar de forma injustificada estas oportunidades puede interpretarse como una falta de voluntad de cumplir con las obligaciones. 

 

Haber intentado un acuerdo extrajudicial de pagos (si aplica) 

En muchos casos, antes de solicitar la exoneración es necesario intentar un acuerdo extrajudicial de pagos. Este paso demuestra que el deudor ha intentado solucionar la situación dialogando con los acreedores.

Aunque el acuerdo no siempre se consigue, el simple hecho de intentarlo suele ser un signo claro de buena fe. 

 

Cooperar con la administración concursal 

Colaborar con el administrador concursal y con el juez, entregar la documentación a tiempo, atender los requerimientos y actuar de forma veraz forma parte esencial. La falta de cooperación se considera uno de los indicios más reconocibles de mala fe. 

 

No haber creado deudas de forma dolosa o temeraria 

Endeudarse sabiendo que no se podrá pagar -por ejemplo, solicitando préstamos cuando ya existe insolvencia evidente- puede ser considerado mala fe. También se valora si el deudor actuó con negligencia al gestionar su economía. 

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Diferencias entre deudor de buena fe y deudor de mala fe

Aunque pueda parecer un concepto difuso, la diferencia entre buena fe y mala fe es muy clara desde el punto de vista legal y práctico. Ser deudor de buena fe implica una actuación honesta, mientras que un deudor de mala fe muestra conductas fraudulentas o desleales. Pero para una mayor aclaración, desde Bravo España te explicamos a continuación más a fondo cada una de ellas. 

 

Conductas típicas del deudor de buena fe 

Esta persona muestra un comportamiento responsable en todo momento. Entre las conductas más habituales se encuentran: 

  • Aporta toda la información económica de forma clara y completa, incluyendo cuentas bancarias, ingresos, deudas y bienes. 
  • No oculta patrimonio ni ingresos, y mantiene un inventario veraz y verificable de su situación real. 
  • Colabora activamente con el juez y el administrador concursal, atendiendo requerimientos y facilitando el trabajo de quienes gestionan el procedimiento. 
  • Entrega documentación actualizada, ordenada y coherente, evitando contradicciones o lagunas que puedan generar dudas. 
  • Busca soluciones antes de llegar al concurso, intentando negociar con acreedores y demostrar voluntad real de cumplir sus obligaciones. 

 

Conductas típicas del deudor de mala fe 

Por el contrario, esta otra figura adopta comportamientos que demuestran falta de transparencia o intención de aprovecharse del proceso. Algunas señales frecuentes son: 

  • Ocultar bienes o transferir patrimonio a terceros para aparentar insolvencia y eludir responsabilidades
  • Generar nuevas deudas sabiendo que no podrá pagarlas, especialmente cuando ya existe una situación de insolvencia evidente. 
  • Manipular documentación, ingresos o información patrimonial, dificultando la valoración real del caso. 
  • Rechazar ofertas de empleo adecuadas a su capacidad, mostrando falta de voluntad para mejorar su situación económica
  • No colaborar con el proceso judicial, ya sea omitiendo documentación, ignorando requerimientos o dificultando el trabajo del administrador concursal. 

 

Por qué ser deudor de buena fe es clave para conseguir la exoneración de deudas

Este es un requisito que determina si una persona puede acceder realmente a la Exoneración del Pasivo Insatisfecho. Esta condición actúa como un filtro esencial para que el sistema distinga entre quienes han actuado con honestidad y quienes intentan aprovecharse del procedimiento. 

En la práctica, un deudor de buena fe: 

  • Tiene más posibilidades de que su plan de pagos sea aprobado, al demostrar transparencia y compromiso. 
  • Genera mayor confianza en el juez y en el administrador concursal, lo que facilita la tramitación del procedimiento. 
  • Puede conservar ciertos bienes esenciales, siempre que su conducta haya sido íntegra y colaborativa. 

 

Por el contrario, si el juez detecta comportamientos propios de un deudor de mala fe: 

  • La exoneración puede ser denegada de forma total, o condicionada a requisitos mucho más estrictos. 
  • El proceso puede alargarse innecesariamente, generando más costes y dificultades. 
  • Incluso pueden derivarse responsabilidades adicionales, especialmente en casos de fraude, ocultación de bienes o falsedad documental. 

Por todo ello, la buena fe no es un simple requisito formal; es la base sobre la que se construye todo el proceso de segunda oportunidad y la clave para obtener una resolución favorable y definitiva. 

Cómo demostrar que eres un deudor de buena fe

Es necesario aportar pruebas que respalden tu transparencia, tu esfuerzo por resolver la situación y tu colaboración con la justicia. Algunos documentos útiles son: 

  • Extractos bancarios de los últimos meses o años. 
  • Nóminas o certificados de ingresos. 
  • Declaraciones de IRPF y situación fiscal actual. 
  • Facturas, contratos y justificantes de actividad profesional. 
  • Inventario de bienes actualizado y veraz. 
  • Informes médicos que acrediten circunstancias adversas (si aplica). 
  • Comunicaciones con acreedores demostrando intento de negociación. 
  • Justificantes del acuerdo extrajudicial de pagos (si corresponde). 

Esta recopilación facilita la labor del juzgado y es clave para demostrar la buena fe procesal y económica. 

 

La buena fe como clave para empezar de cero

Ser deudor de buena fe es mucho más que un requisito legal: es la garantía de que la Ley de Segunda Oportunidad se aplicará correctamente y de que el mecanismo cumplirá su misión de ofrecer una oportunidad real de comenzar de cero.

Cuando el deudor demuestra transparencia, colaboración y responsabilidad, el sistema concursal responde permitiendo la cancelación de deudas y abriendo la puerta a una nueva etapa económica. Por eso es tan importante informarse y actuar con honestidad durante todo el proceso. 

Si crees que puedes cumplir los requisitos de la buena fe y necesitas analizar tu situación con detalle, buscar asesoramiento especializado, como el que podemos ofrecerte en Bravo, puede ser el primer paso para recuperar el control de tus finanzas y empezar de nuevo. 

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